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26 de enero, 2015


Hace 38 años, nacía en BsAs una mujer a la que llamaron Silvina. Aunque no es una cantidad de años enorme, en aquel tiempo ignorábamos muchas cosas que hoy son temas conocidos por todos. No había restricciones a la venta de animales silvestres, por lo tanto no había leyes que sancionaran su comercio, ni juicios éticos y morales, ni tampoco existía lo que yo llamaría, conciencia ambiental. Eran años de profunda ignorancia sobre temas tan sensibles como el cambio climático, la devastación de los hábitats naturales, la tala indiscriminada de selvas y montes. Nadie hablaba de que el bienestar de la humanidad dependía en gran medida del cuidado del planeta. Ahora que lo pienso mientras escribo...me doy cuenta de la magnitud de los cambios que se produjeron en estos pocos años. Hemos accedido a información que 40 años atrás eran ficción para personas comunes... En fin...no quiero irme de la historia... Les contaba que al nacer Silvina, una de sus abuelas le regaló...qué cosa?...si, adivinaron: una pequeña tortuga de alrededor de 1 año a la que llamaron Heidi. Creció Silvina y creció Heidi. Afortunadamente al sumar años, las personas también vamos desarrollando conciencia y responsabilidad y empatía hacia los seres que tenemos a cuidado. Bueno, hay que reconocer que no a todos les pasa, pero por suerte a muchas personas sí. Y así fue como Silvina, ya mujer adulta, reconoce que el lugar adecuado para Heidi no es el que han podido darle, busca opciones, averigua en distintos lugares, insiste y en uno de esos intentos, descubre la página de las Tortugas en El Faro. El resto, ya lo imaginarán...Heidi viajó a Bragado, un árbol se plantó en su nombre y "El Faro" será su hogar por el tiempo que le quede de vida. Envejecerá Heidi, crecerá su árbol y cuando ella ya no esté, - y tal vez yo tampoco- ese árbol le dará sombra a los nietos que aún no tengo y así, personas, tortugas e historias, seguiremos alimentando el espiral infinito de la vida.


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